Es una posibilidad que cobra fuerza aún sin fecha definida para el regreso a las aulas. Se retrasaría el ingreso de los adolescentes entre 30 minutos y una hora
Esta mañana,
el presidente Alberto Fernández dejó entrever una vez más que las clases serán
una de las últimas actividades que se reanudará en el país. “Si un chico
termina el
colegio 6 meses más tarde, esto no es un problema; lo que sería un
problema es que un chico circule y contagie a sus abuelos”, remarcó.
Las clases,
en todos sus niveles, están suspendidas en Argentina desde el lunes 16 de
marzo. Ya se cumplieron más de tres semanas con las escuelas cerradas y todo
indica que el ciclo lectivo seguirá interrumpido por un largo período.
En el
Ministerio de Educación descartan taxativamente que las clases presenciales no
vayan a volver en 2020. “No tenemos precisiones de cuándo van a volver, pero
nunca se barajó la posibilidad de no tener clases durante todo el año”,
afirman. Al mismo tiempo, cobra fuerza la idea de que el regreso a las aulas,
aún sin fecha precisa, será escalonado.
El ministro
de Educación Nacional, Nicolás Trotta, junto a las autoridades educativas de
las provincias, piensan en un esquema de ingreso por niveles. En la secundaria,
los chicos entrarían un rato más tarde, entre 30 minutos y una hora después del
nivel inicial y la primaria.
El objetivo
es descongestionar el tránsito, tanto el transporte público como el ingreso a
los establecimientos: evitar las aglomeraciones para que el virus no se
propague. Del mismo modo, también hay un propósito educativo: distintas
investigaciones muestran que retrasar el horario ofrece mejoras en el desempeño
escolar.
“Es uno de los temas que se encuentra en
discusión”, dijo Trotta sobre el regreso escalonado de las clases. “Generar mayores
turnos y evitar congestiones en el transporte público y la circulación de las
personas puede ayudar en el contexto de la cuarentena. Existen estudios de
universidades nacionales, que comprueban que ingresando más tarde -como ocurre
en otros países-, los alumnos de secundaria son más productivos y mejoran su
rendimiento escolar”.
En el turno
matutino, es una tradición que los chicos entren a clases a las 7:30. La
propuesta es que los más grandes ingresen a las 8 o, como muy tarde, 8:30. “Hay
muchos ejemplos en el mundo de que retrasando el horario de inicio de las
clases -incluso muy poco, alrededor de 30 minutos, aunque lo ideal es que sea
de una hora- se revierten varios problemas: los chicos duermen más, faltan
menos y hasta mejoran su rendimiento”, le había dicho a Infobae Diego Golombek,
biólogo y divulgador científico.
Hoy Golombek
integra el equipo de funcionarios del Ministerio de Educación. Es el director
del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET). “Él nos plantea la
manera de optimizar el rendimiento a partir de demorar el horario de entrada de
los alumnos en las escuelas. Hay ejemplos en el mundo en los que se evidencia
que retrasando el horario de inicio de las clases los beneficios en los
procesos de enseñanza y aprendizaje de los adolescentes son enormes y los
problemas logísticos asociados podrían resolverse fácilmente. Escalonar el
ingreso puede mejorar el rendimiento”, reconoció Trotta.
El problema
evidente que surge es que el horario escolar está pensando en virtud de la
rutina laboral de los padres, lo que podría generar una complicación en el
círculo familiar. “El principal problema es cómo ordenarse porque muchas veces
la propia escuela está organizada a partir de los horarios laborales”, dijo el
ministro.
La
evidencia, tanto nacional como internacional, refleja con mayor claridad las
mejoras en los chicos de secundaria, pero no tanto en los niños de jardín y
primaria. Los especialistas lo asocian a los relojes biológicos, que varía de
acuerdo a la franja etaria. A los adolescentes su cronotipo los definen como
“búhos”, ya que prefieren el horario vespertino.
Además de la
diferenciación en el horario, el regreso escalonado a las aulas contemplaría
prioridad para las zonas rurales. Allí hay menos movimiento de gente y, por
ende, el virus circula menos. A su vez, sus alumnos, en muchas ocasiones, no
disponen de conectividad o computadoras para sostener el proceso educativo a
distancia. Por su parte, los grandes centros urbanos serían los últimos en
retomar la actividad escolar.