(Por
Alejo Perelló) El 15 de mayo
pasado pudo haber explotado una bomba. Una bomba de $618.000 millones que
resultaba como equivalente del 55% del stock de Lebac en circulación.
A partir de la
aplicación del impuesto a la renta financiera, la historia para las Lebac como
herramienta de contención cambió. Los inversores extranjeros optaron por vender
sus posiciones, situación que no fue de gran preocupación para el
Central ya
que las mismas consistían en $20.000 millones, es decir, un 3% del total
licitado.
Si bien el gran
vencimiento consistía en deuda doméstica, siempre vista en un segundo plano,
ésta vez fue diferente. La turbulencia cambiaria sufrida en mayo complicó la
situación. Obligó a la entidad presidida por Sturzenegger a elevar
drásticamente las tasas que se llegaron a negociar por hasta 43% en el mercado
secundario para el plazo más corto, con el afán de cumplir con las metas
autoimpuestas para la próxima renovación.
El final del
“supermartes” fue feliz. La letra fue renovada en un 100% con un adicional de
$5.000 millones adicionales.
La política del
Banco Central se manutuvo desde la asunción de la nueva gestión. Consiste en
ofrecer la mayor tasa para el plazo más corto con tipo de cambio flotante. Ante
una baja de inflación sostenida, permitiría bajar las tasas y pagar los
vencimientos sin sufrir ninguna corrida cambiaria. Siempre teniendo presente la
acertada decisión del Central de anticiparse a cualquier sacudida del mercado,
con el aumento de las reservas. Nada de esto ocurrió. La inflación no bajó. La
emisión no tuvo cese. Las tasas debieron subir y los vencimientos, ahora, son
de gran preocupación. El tipo de cambio con flotación sucia hizo que el Banco
debiera intervenir de manera agresiva en el mercado con ventas de hasta USD
5.500 millones en una sola jornada. Eso sí, el respaldo de reservas funcionó.
En resumidas
palabras, las Lebac permiten al Central absorber el excedente de pesos que hay
en el sistema financiero, producto de la emisión de dinero realizada por la
propia entidad para obtener dólares del Tesoro y financiar el déficit, para así
contener la inflación, en contraposición, enfriarla. El gran desafío de la
institución era, ante el ofrecimiento de una tasa atractiva para el mercado, convencer
a los tenedores de títulos de llevar a cabo la renovación y evitar su traspaso
al dólar.
La disputa
principal se dio entre el Tesoro Nacional y el BCRA. El tesoro debiendo cerrar
su agujero fiscal se propuso a realizarlo en competencia de tasas con el
Central. Sin coordinación entre las partes, el mercado no tomó la situación de
buena manera y se inclinó por las altas tasas a corto plazo de las Lebac. A
raíz del acuerdo con el FMI, se dispuso poner fin al financiamiento por parte del
Central al Tesoro, quién a su vez iniciará un programa de cancelación de Letras
por un equivalente a USD 25.000 millones para poder reducir el stock de Lebac
sin necesidad de emitir circulante.
Por otra parte,
el desafortunado 28 de diciembre. El cambio en las metas de inflación para los
próximos años, además de reflejar una importante influencia del Ejecutivo sobre
el Banco, daba fe de que la inflación no parecía estar contenida como lo
refleja el presupuesto aprobado en 2017. Cabe destacar que el BCRA debe jugar
su papel de manera autárquica. De nuevo, ante la confirmación que la meta
inflacionaria no será cumplida, sigue siendo más atractiva la tasa de corto
plazo.
El próximo 21 de
junio hay un nuevo vencimiento. Próxima preocupación. Próximo ‘supermartes’ (19 de junio). Vencen $ 602.000 millones.
Un 36% del stock figura en manos de entidades
bancarias y un 29% son parte de Cajas Previsionales, situación que permitiría
al BCRA negociar la cancelación de sus pasivos en diferentes plazos. Otro 18%
fueron absorbidos por Fondos Comunes de Inversión y, minoristas, extranjeros y
fondos de garantía de sustentabilidad completan el 17% restante del total de
stock. Ante una posible baja de tasas y una moneda fuertemente devaluada en tan
solo un mes, éstos último son los más propensos a abandonar sus posiciones en
Letras e inclinarse por la moneda americana.
Una vez que el
FMI apruebe formalmente el pedido de Argentina, todo indica que será el 20 de
junio próximo, se recibirá el primer desembolso por USD 15.000 millones como
parte del total del préstamo cedido por el organismo crediticio. El Fondo
reconoce que las Lebac están siendo un problema para el país. Por éste motivo,
en un primer momento se trató la posibilidad que dentro de las condiciones del
acuerdo se pacte que las licitaciones futuras sean posibles solo para entidades
bancarias, pero fue desmentido desde el BCRA.
Es una realidad
que la demanda de dólares sigue siendo superior a la oferta, por lo que se
espera una apreciación del tipo de cambio en lo que resta del año, consecuentemente,
una devaluación de la moneda nacional, que hasta el momento arroja un 35%
anual, y una importante inclinación hacia el dólar de inversores. Poco a poco
se deberá reducir el stock y desembolsar importantes sumas de dinero para pagar
vencimientos y así desarmar la ‘bomba’.