
Gustavo
Grobo, como lo llaman sus colaboradores, prefiere definirse como ingeniero
agrónomo. Pero no se trata de cualquier ingeniero, a sus 53 años de edad es uno
de los precursores de la Revolución Verde que hace 25 años puso los cimientos
de la bonanza económica que vive buena parte de América Latina. “Lo que viene
en diez años es una especie de Revolución Industrial Verde”, anuncia el
empresario, “las plantas empiezan a transformarse en fábricas, es decir, una
planta que hasta ahora producía granos, empieza a producir energía, empieza a
producir bioplásticos, empiezan a producir moléculas, enzimas…, productos de
uso industrial”. Habla sin pestañear, sin dudar un segundo, transmitiendo una
certeza absoluta: “estamos en la víspera es un proceso de revolución industrial
de la misma magnitud de aquella que se inició en Inglaterra en el siglo XVIII y
que impactó en el XIX y en el XX. Nosotros estamos generando una nueva
revolución que tiene algunas particularidades optimistas: estas fábricas que
son vegetales no tienen chimeneas, no emiten dióxido de carbono, lo absorben.
Son fábricas que son amigables con el medioambiente, usan energía renovable que
es la energía solar, no usan el carbón, no usan energía atómica”. Secretario y
socio fundador de la Cámara Argentina de Biotecnologías, este nieto de
emigrantes venidos de Bessarabia, región situada actualmente entre Moldavia y
Ucrania, fue un pionero en la aplicación de la llamada “siembra directa”. Esta
técnica, ahora general en toda la región, consiste en evitar la labranza,
dejando los suelos en barbecho. De este modo se limita la erosión y se preserva
la riqueza de la tierra. La llegada de los transgénicos (resistentes a las
plagas) hizo el resto, propiciando un enorme aumento de la productividad. En
Soriano, pocos cuestionan el uso masivo de semillas transgénicas, prohibidas en
algunos lugares del mundo porque su inocuidad a largo plazo no ha sido
demostrada. “La realidad es que en el mundo hay menos pobres, hay más gente que
come mejor”, afirma Grobo, “y la soja, el glifosato (un herbicida), los
transgénicos, han tenido un aporte positivo. Me parece que criticar al
transgénico, criticar al glifosato sin tener argumentos sólidos y avalados por
el Estado es de una irresponsabilidad muy grande”. Nadie sabe con certeza cómo
estarán los acuíferos y las tierras de la Pampa húmeda dentro de cien años. De
momento, organizaciones ecologistas han denunciado que el glifosato, un
herbicida utilizado a gran escala, está contaminando los campos y las napas
freáticas. “¿Es neutro el impacto de un insecticida?: no, no es neutro, como
tampoco es neutro que el ser humano se haya ido a vivir a Noruega, a Suecia o
al Trópico, el ser humano decidió impactar sobre el medioambiente”, afirma. Los
Grobocopatel tienen sus propios límites geográficos en la Pampa húmeda, región
de unos 600.000 kilómetros cuadrados de praderas que se extiende en todo
Uruguay, Rio Grande del Sur (Brasil) y una parte de Argentina. Son las tierras
extremadamente fértiles que alimentaron Europa hasta que realizó su propia
Revolución Verde a finales del siglo XX. En el siglo XXI el horizonte de
riqueza está en China, principal consumidor de soja, utilizada para alimentar
ganado y satisfacer la demanda creciente de carne de la población. Es un
mercado que no parece tener fondo, capaz de devorar la Pampa húmeda y los
recursos del mundo. Para Gustavo Grobo, “no se podrá producir más y más de
forma indefinida y habrá que cambiar las pautas de hábito de consumo. Si los
chinos van a comer lo mismo que un norteamericano, no alcanzan siete planetas.
Si cada chino quiere tener dos autos, tres heladeras, cuatro microondas, no
alcanza la minería del planeta”. Las relaciones de este rico empresario con los
Gobiernos de Néstor Kirchner y de su esposa, Cristina Fernández, vienen siendo
tensas desde hace ya años. Gustavo Grobo ha criticado duramente la política
tributaria de los “K”, como los llaman en Argentina, porque a su juicio
desestimula la producción. “Creo que estamos en un periodo de transición, donde
va a haber un cambio de Gobierno (en Argentina) que no sabemos quién va a ser,
pero yo creo que una de las cosas que tiene que hacer el próximo Gobierno es
reparar esta relación con el sector de agronegocios y ayudarlo para que se
potencie.” A Gustavo Grobocopatel le disgusta en extremo que lo llamen el “Rey
de la Soja” y admite como una fatalidad que “se necesita a veces una cara, una
imagen y una historia de vida detrás de un proceso”. En alguna ocasión dijo que
habría preferido que lo llamaran el “Steve Jobs o el Bill Gates de la
agroindustria”. En todo caso, está lejos del arquetipo del terrateniente
latinoamericano; su grupo familiar, arraigando en el campo, integrado por un
ejército de ingenieros agrónomos, es sin duda un nuevo modelo empresarial para
la región. Fuente:
El Mundo de España