Entrevista a
José Cladera, director estable de la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos. El
maestro fue invitado a dirigir la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan
de Dios Filiberto”, que brindó un concierto de tango en el Teatro del Globo.
Cladera destaca la actuación de la orquesta, creada por el compositor Juan de
Dios Filiberto en 1932 bajo la denominación de Orquesta Porteña, que cambia su
nombre por el de Orquesta Nacional de Música Argentina en 1948, al pasar a la
órbita de la Nación.
—¿Qué temas formaron parte del concierto
brindado en el Teatro del Globo?
—Fui
convocado para dirigir el concierto que tuvo lugar el 9 de octubre de 2013 en
el Teatro del Globo, donde se presentó la Orquesta Nacional de Música Argentina
“Juan de Dios Filiberto”. El público disfrutó de un programa de lujo en el que
se incluyeron: Tríptico para Contrabajo y Orquesta, de Pablo Aguirre, La espera
de Juan Martínez, Enclenque, Norteña y Otoñal, de Guido Martínez, El viaje, de
Daniel Lifschitz, Tangazo y Decarísimo, de Astor Piazzolla. En nuestra agenda
tenemos varios estrenos mundiales y cinco obras en grupo. Hubo una gran
expectativa por un espectáculo de música ciudadana cuya selección de obra se
basó en un acuerdo entre la producción de la orquesta y la artística del
organismo. Los temas para contrabajo son similares a los de un concierto;
mientras que otros temas tienen que ver con otra propuesta de flauta o bajo
eléctrico, más improvisados.
—¿Qué tema le dejó una sensación especial?
—Me siento
identificado con lo que hizo el grupo de Daniel Lifschitz; su obra realiza una
búsqueda particular. Aprecio ese buceo interno que no se conforma solamente con
escribir sobre clichés. De esta manera aflora una estética definida que
desarrolla la influencia de la música ciudadana y las distintas acciones del
ser. Enclenque fluye muy bien y tiene recursos de Astor Piazzolla. Aparecen
trucos técnicos en lugares especiales. Me siento muy cómodo con este lenguaje.
Destaco también un tema que tiene una orientación mas folklórica; se llama
Norteña y estalló en mi alma con energía y fuerza. Me sentí muy cómodo al
dirigir a la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”.
—¿Cuántas personas la integran?
—Son
cincuenta profesionales; tenemos seis primeros violines, cuatro violas, dos
contrabajos, batería, dos trompetas y una percusión. Este concierto formó parte
de un ciclo musical anual propuesto en el Teatro Nacional Cervantes. El Teatro
del Globo es un poco la base de la orquesta, que depende de la Secretaría de
Cultura de la Nación y tiene como finalidad fomentar y difundir la música
argentina en todas sus manifestaciones.
—¿Qué es lo que más le atrae de la
dirección de orquesta?
—Tengo mis
orígenes como músico de atril. Hoy, luego de recorrer un camino intenso, me
siento en plenitud al conectarme con una parte de mi interior. Me gusta
expresarme libremente y la dirección orquestal me lo permite: es mi vocación y
dejo que fluya. Esto no escapa a que haya encontrado una puerta de acceso a una
energía diferente en mí. Entonces, lo que más me gusta es jugar este rol.
Aunque la batuta no suene, crea una magia; hay un pensamiento que junta y es
consciente de que cualquier gesto que realiza deviene en un sonido. Al
principio me daba pánico, hoy es un juego libre y humano porque se establece
una conexión entre el público y esta herramienta como vínculo.
Me gratifica
trabajar junto a la orquesta creada por un compositor de la talla de Juan de
Dios Filiberto. No es habitual que se dé una química así; tengo la suerte de
trabajar intensamente, convencido de lo que hago. Agradezco a la Secretaría de
Cultura de la Nación y a los músicos que me recibieron abiertamente. (Fuente:
Caminos Culturales)