La promesa de “poner plata en el bolsillo” que hizo Alberto Fernández será una de las prioridades de la nueva gestión. El objetivo es promover un rápido repunte del movimiento comercial y generar un cambio de clima. Pero la emisión monetaria será la peligrosa contracara de la estrategia
No hay una
segunda oportunidad para causar una primera buena impresión. La frase es vieja
pero bien podría aplicarse a lo que será el arranque del gobierno de Alberto
Fernández. Con una economía en estado crítico, el objetivo primordial será
generar un rápido cambio de las expectativas. Aprovechar la “mini luna de miel”
que tiene un nuevo presidente y generar un primer impulso. La única manera de
lograrlo rápido es, según la visión del flamante presidente, cumpliendo con una
de las primeras promesas de campaña: “ponerle plata en el bolsillo a la gente”.
El propio
Fernández adelantó el viernes, al presentar su gabinete de ministros, que habrá
en lo inmediato algunas medidas de alivio puntuales para jubilados,
beneficiarios de planes sociales y empleados públicos. También habló de los
empleados con salarios más bajos. Se trata así de recuperar al menos
marginalmente el poder de compra de los ingresos, luego de otro año en el que
la inflación volvió a pegar duro en el poder adquisitivo.
Para una
economía muy cerrada comercialmente como la Argentina, la única manera de
generar un repunte en esta instancia es a través de un repunte del consumo. Y a
eso apuntarán las primeras medidas concretas del gobierno que asume hoy.
Además, la teoría indica que se trata de sectores sin capacidad de ahorro, por
lo que todo el dinero adicional que reciban se volcará al mercado interno.
Impulsar
rápidamente el mercado interno será el principal objetivo de corto plazo que
tiene Alberto Fernández en carpeta. Se trata, básicamente de revertir
expectativas y aprovechar la “mini luna de miel” que gozan los presidentes
cuando asumen
Alberto
Fernández quiere evitar el primer mal paso que dieron otros gobiernos, como los
de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri. Por distintos motivos, ambos comenzaron
sus gestiones con caídas en el nivel de actividad, producto de ajustes ni bien
comenzaron a gobernar. En el caso del radical fue la “tablita de Machinea” que
aumentó la presión fiscal sobre salarios y empresas. Y en el caso del gobierno
macrista, el sinceramiento del dólar y el aumento de tarifas provocaron un
empinamiento de la inflación que pegó fuerte en la actividad interna.
Esta primera
“buena impresión” que procura conseguir Alberto Fernández sería complementada
además con una baja de la tasa de interés y el regreso de líneas de crédito subsidadas
para empresas, que tendrán que otorgar los bancos.
Existe una
probabilidad cierta que el plan de estímulo económico dé resultado en el
cortísimo plazo. Después llegará la “hora de la verdad”. La contracara de este
programa para reactivar el consumo es un fuerte aumento de la emisión
monetaria, que ya empezó pero que seguiría en las próximas semanas. En total,
el Central volcaría al mercado vía adelantos transitorios unos $ 300.000
millones.
El peligro
es que semejante emisión monetaria termine trasladándose al precio del dólar y
finalmente generando más inflación. Por eso, en febrero la lupa estará puesta
en el flamante presidente del BCRA, Miguel Pesce, quien deberá definir si
aspira una buena porción de los pesos emitidos o decide dejarlos en el mercado.
Se trata de una decisión difícil, ya que prender la “aspiradora” requeriría de
un aumento de las tasas de interés.
Su
antecesor, Guido Sandleris, se entusiasmó a principio de 2019 con la
recuperación económica y la baja de tasas. Optó por no “prender la aspiradora”
de pesos y a fin de febrero ya estaba sufriendo las consecuencias: fuerte salto
del dólar y una inflación que pegó un salto hasta casi 5% en marzo.
Luego de una
expansión de $ 300.000 millones vía adelantos transitorios hasta fin de año, la
hora de la verdad llegará en febrero. En ese momento el nuevo presidente del
BCRA, Miguel Pesce, deberá definir si deja los pesos circulando, con riesgo de
un fuete impacto en el dólar, o prende la “aspiradora”
Por supuesto
que un repunte de corto plazo por mejoras del ingreso no constituye una
recuperación sostenida ni mucho menos. Que la Argentina vuelva a crecer genuinamente
requerirá de otro tipo de medidas, quizás la más urgente pase por reestructurar
la deuda y evitar un default total. En forma paralela, también habría que
avanzar en una renegociación de la deuda con el FMI y concentrarse en las
cuentas públicas: el espacio para seguir con déficit fiscal es muy pequeño.
El nuevo
ministro de Economía, Martín Guzmán, parece consciente de estas limitaciones y
también tiene en mente avanzar muy rápido con la cuestión de la deuda. En un
reciente trabajo presentado ante la ONU estableció como marzo de 2020 el límite
para cerrar la renegociación