Con
motivo de celebrarse este 19 de octubre, el Día Mundial del Cáncer de mama, el
Instituto de Inmunooncología, Dr. Ernesto J.V. Crescenti, recomienda un control
periódico, para hacerlo de forma sencilla y en minutos; esencial para detectar
a tiempo cualquier anomalía.
Según datos
de la Organización Mundial de la Salud, el cáncer de mama es el tipo de cáncer
más mortífero entre las mujeres de 20 a 59 años de todo el mundo, y las
proyecciones indican que el número de diagnósticos aumentará en las Américas un
46% en el año 2030. Estar informadas sobre la enfermedad, aprender a conocerse
y estar atentas a las señales de alerta son los pasos más importantes para
luchar contra esta enfermedad.
El cáncer
surge cuando las células del cuerpo se alteran y se reproducen de forma anormal
y sin control. En el caso del cáncer de mama, estas células se multiplican
dentro de los senos y forman pequeñas protuberancias. Como otros tipos de
tumores malignos, el cáncer de mama es una enfermedad que no puede ser
adjudicada a una única causa en particular, sin embargo, se reconocen algunos
factores que aumentan el riesgo de padecerlo.
Dentro de
los factores que aumentan la posibilidad de enfermar se encuentran: ser mujer,
tener más de 50 años, tener antecedentes personales o familiares de cáncer de
mama o de enfermedad benigna de mama, haber recibido radioterapia dirigida a la
mama o el pecho, haber recibido o estar recibiendo tratamiento con hormonas
combinadas como estrógeno y progesterona, haber tenido la primera menstruación
antes de los 12 años o la menopausia a edad tardía (después de los 55 años), no
haber tenido hijos o haber tenido el primer parto después de los 30 años,
padecer de sobrepeso u obesidad, ser sedentaria, ser fumadora y consumir
alcohol en exceso.
Prevención
La
prevención es la herramienta fundamental en la lucha contra el cáncer de mama y
consiste en medidas tendientes a reducir el número de casos nuevos de la
enfermedad o de morir por esta causa. La detección temprana es una forma de
prevención esencial, ya que los tumores de menos de 1 centímetro tienen hasta
el 90% de probabilidades de curación, reduciendo el número de muertes.
Se deben
incluir controles ginecológicos y exámenes como mamografías y ecografías
mamarias. Estos estudios no invasivos abarcan la exploración de las mamas y los
ganglios que se encuentran en la axila, debajo y sobre la clavícula y en el
cuello. La mamografía permite detectar el tumor cuando todavía es pequeño y no
palpable. Existen también otros métodos diagnósticos por imágenes, como la
ecografía y la resonancia magnética. El médico indicará cual/es y con qué
frecuencia deben realizarse de acuerdo con las características individuales de
cada paciente.
Señales de alerta
Algunos de
los síntomas a tener en cuenta: Dolor en un seno (fuera del período menstrual);
Pezones segregan líquido sanguinolento; Engrosamiento en la mama, cerca de ella
o debajo del brazo; Cambio en el tamaño o la forma de la mama; Piel escamada,
roja o hinchada en la mama, el pezón o la aréola; Pezón que se vuelve hacia
adentro de la mama, y Huecos en la mama parecidos a la piel de la naranja.
¿Cómo hacerse un autoexamen?
Es necesario
que cada mujer aprenda a autoexaminarse y lo realice de forma rutinaria, por lo
menos una vez al mes. Es recomendable realizarlo una o dos semanas después del
período menstrual para evitar que los senos estén hinchados.
En los
últimos tiempos las investigaciones y avances médicos han permitido encontrar
formas de tratar exitosamente el cáncer de mama y de controlar su crecimiento,
pero el primer paso para salvar vidas es la detección temprana ¿vos ya sabes
cómo autoexaminar tus mamas?
Existen tres
posiciones básicas para realizar un examen completo de los senos:
Acostada
Recostarse
con una almohada o una toalla doblada bajo el hombro derecho. Doblar el brazo
derecho y colócalo bajo la cabeza. Con la mano izquierda, palpar el seno
derecho, utilizando las yemas de tres dedos (el índice, medio y anular) para
detectar abultamientos o masas. Ir cambiando los dedos de lugar de arriba hacia
abajo. Presionar cada área del seno haciendo pequeños movimientos circulares y
ejerciendo tres tipos de presión: la más ligera y suave para analizar el tejido
más cerca de la piel. Una presión mediana, servirá para revisar la parte
intermedia del tejido. La más intensa llegará hasta el nivel más profundo y más
cercano a las costillas. Comprimir suavemente el pezón y observar si hay
secreción. Repetir el proceso en el lado izquierdo.
De pie ante un espejo
Esta parte
del examen permitirá detectar cambios en la apariencia de los senos y los
pezones. Colocarse ante un espejo con los brazos relajados a los costados del
cuerpo. Procurando que el lugar esté bien iluminado, observar detenidamente los
senos. Mirar los senos desde distintos ángulos y posiciones de los brazos.
Cuando el examen se realiza con frecuencia, es cuando más se notan las posibles
diferencias: cambios en el color de la piel o del pezón, o si surge alguna
protuberancia.
De pie con el brazo levantado hacia el
costado
Esta posición
permite revisar el área de la axila. Levantar un brazo a la altura del hombro.
Con la mano opuesta, examinar la axila. Repetir del lado opuesto. El cáncer de
mama es el cáncer más común y la causa de muerte más frecuente en las mujeres,
todos los años, más de 1 millón de mujeres en todo el mundo recibe el
diagnóstico de cáncer de mama por primera vez. Cuando se detecta en etapa
temprana, las probabilidades de sobrevida aumentan considerablemente, por eso
es vital realizar los controles periódicos, los chequeos anuales y visitar al
médico ante el primer signo de alarma. La prevención del cáncer de mama
requiere de un trabajo conjunto entre los pacientes y el sistema de salud,
siendo la detección precoz la piedra angular para el control de la enfermedad.
Fuente:
InfoGEI