Un grupo de albañiles trabajaba afanosamente en los últimos detalles para dejar en condiciones la vivienda que pudo adquirir Sergio García, ubicada en cercanías del Barrio Aeropuerto, la que irá a habitar próximamente.
El joven
mecánico quedó parapléjico por el accidente ocurrido cuando la moto en que se
conducía aquella noche se encontró con un montículo de tierra, y un pozo, y le
produjo serias lesiones que -desde entonces- lo obligaron a movilizarse
utilizando una silla de ruedas.
Ya se ha
contado en estas páginas -largamente- la historia de este hombre joven (41
años), que tenía una familia constituida, su vivienda propia, taller, dos
vehículos, moto… y que un día se quedó con nada por la negligencia de quienes
no hicieron lo que debía: esto era señalizar debidamente el lugar donde se
estaba haciendo una obra, en el Barrio Santa María de La Pampa.
Años de clamar justicia
Después de
un largo periplo judicial -más de 8 años de idas y venidas, de chicanas
judiciales, y de días y días de angustia-, al final la Justicia falló como toda
la sociedad estaba esperando que lo hiciera: condenó a la Provincia, a la
Municipalidad de Santa Rosa y a la Empresa Constructora Ilka, a pagar una
fuerte indemnización (más de 13 millones de pesos), monto que fue afrontado por
los responsables en partes iguales.
Para ese
entonces Sergio García había vivido más de dos años en una carpa que fue
tomando características de una precaria casa, en la propia explanada de la
Ciudad Judicial. Allí pasó días de invierno, con viento y lluvia; y también la
canícula de los meses veraniegos, recibiendo reiteradamente la solidaridad de
no pocos vecinos que se acercaban a su “vivienda”.
Viviendo en un hotel
Incluso
antes de conocerse la sentencia definitiva, la que le daba la razón y obligaba
a las demandadas a abonar la indemnización, Sergio ya tenía claro lo primero
que haría cuando abandonara su precaria carpa: “Voy a un hotel a bañarme tantas
veces pueda…”, repitió hasta el cansancio. Nadie que no haya pasado sus
penurias podrá imaginar jamás lo terrible de estar allí “tirado”, sin la
posibilidad mínima de disponer de un lugar para las cosas más elementales.
Y eso hizo:
desde que abandonó su acampe en la Ciudad Judicial está en un hotel del sur de
Santa Rosa, hasta que la próxima semana se instale definitivamente en su casa,
en su propia vivienda.
La casa propia
Ayer, en
diálogo con LA ARENA, contó que pudo adquirir esa propiedad cercana al barrio
Aeropuerto -ubicada en calles 20 de Julio nº 97, haciendo esquina con
Viniegra-, y que desde que se concretó la operación está dedicado a
acondicionarla para poder moverse dentro con la silla de ruedas, y adaptándola
a sus necesidades.
Se trata de
un bonito inmueble, con un lindo patio, y por supuesto con la infaltable
parrilla que Sergio promete “poner en movimiento” muy pronto.
“Viejo Lobo”
-el fiel perro cruza de labrador con andariego-, que por meses le hizo compañía
a Sergio en su carpa en la Ciudad Judicial, por estos días retoza a su antojo
en el patio de la vivienda, casi como si estuviera regocijándose también él de
los buenos momentos por venir.
“Sí, es
linda la casita… la estoy acomodando, y ya para la semana que viene voy a estar
viviendo aquí. Por ahora vengo a las 7 y media de la mañana y me quedo hasta
las 10 u 11 de la noche, acomodando cosas. Pero ya casi está…”, completa
mientras nos va mostrando las instalaciones.
Esperando para viajar
El auto Audi
que compró hace algunos meses -y que mereció algunos comentarios insidiosos
(que nunca faltan) permanece en el garaje, mientras Sergio se moviliza en un
utilitario para hacer todas las tareas. “El auto lo tengo para viajar… estoy
yendo algunos fines de semana a Carlos Casares a ver a mis padres y a la mayor
de mis hijas, que ya me hizo abuelo”, sonríe.
Por otra
parte comenta que tiene a buen resguardo el dinero que necesitará para comenzar
su rehabilitación en Cuba: “Me hice todos los estudios necesarios en el
Hospital Militar en Buenos Aires, ya los mandaron a Cuba y ahora estamos
esperando que en el Hospital Público de La Habana me den el turno para viajar…
supongo que tendría que estar allá unos 6 ó 7 meses, y ojalá pueda recuperarme
lo más que pueda”, se esperanza.
La ilusión que no se pierde
Sergio
García a pesar de sus dificultades está activo, tiene ganas de salir adelante,
y la ilusión de que su internación en Cuba puede devolverle parte de la
movilidad que ha perdido. “Vamos a ver…”, dice, y por un instante pareciera que
se transportara a buenos y mejores tiempos futuros. Aunque nadie -aún con ese
dinero recibido como indemnización- podrá devolverle jamás todo lo que perdió
en esos más de ocho años que van desde aquel 1 de abril de 2011 hasta estos
días…
Fuente: La Arena