Establecer y acordar un marco normativo es clave para dar respuestas a las necesidades de alimentos, fibras y energía de la humanidad
El
mejoramiento genético ha sido uno de los pilares fundamentales del desarrollo
de la agricultura en Argentina. Permitió, entre otras cosas, adaptar especies a
distintos ambientes, disminuir efectos negativos de plagas,
malezas y
enfermedades y aumentar la eficiencia de uso de recursos. La disponibilidad de
una mejor genética junto a la incorporación de otras tecnologías, el ajuste en
la gestión de procesos productivos y modelos de organización de la producción y
los cambios en escenarios climáticos permitieron expandir el área de cultivos
extensivos y aumentar los rendimientos triplicando la producción total los
mismos desde inicios de 1970 a hoy.
La evolución
de la agricultura extensiva en Argentina, apoyada en una mejor genética, generó
oportunidades de desarrollo para distintos actores de la cadena y un gran
aporte a la economía del país. En este sentido, hoy más del 60% de las
exportaciones totales de Argentina son de origen agroindustrial y más del 80%
de esas exportaciones corresponde a productos y subproductos derivados de la
soja y el trigo.
El
mejoramiento genético ha hecho un aporte significativo a la mejora productiva
de soja y trigo en Argentina. En soja,
el rendimiento desde 1969 a 2010 aumentó a un ritmo de 28 kg/ha/año y se estima
que casi el 70% de ese aumento fue por genética. Estudios recientes muestran
que la misma aportó en soja 43 kg/ha/año desde 1980 en adelante. En trigo, el ritmo
de aumento del rendimiento estuvo cercano a 34 kg/ha/año desde mediados de los
60 y se estima que 50% se debe a la mejora genética.
Del mismo
modo que el mejoramiento genético es una de las llaves para el desarrollo de la
agricultura extensiva, también lo es para el desarrollo de cultivos de alcance
regional, extensivos e intensivos. Ejemplos claros son la caña de azúcar, el
algodón, el arroz y la vid.
En caña, el
mejoramiento aumentó el rendimiento de planta en 80 kg/ha/año y el de caña soca
en 140 kg/ha/año. Por su parte, la genética generó que el rendimiento en fibra
del algodón se duplique en los últimos 50 años y se pudieran incorporar eventos
para apoyar el control de plagas y malezas. Del mismo modo, la biotecnología
permitió aumentar productividad y reducir costos en arroz (incorporación de
resistencia a herbicidas) mientras que a través del mejoramiento se lograron
mejores niveles de calidad que permitieron abrir mercados antes inexplorados.
Finalmente, la selección genética (masal o clonal) en vid está generando
mejoras significativas en la calidad y valor de vinos de exportación. En todos
los casos, una parte del progreso fue generada por organismos públicos,
principalmente INTA. Mantener el ritmo de mejora genética en cultivos
regionales será clave para el desarrollo de las economías locales y la
diversificación de la matriz productiva agroindustrial del país.
El proceso
de mejora genética para obtener materiales de mejor comportamiento implica un
gran esfuerzo e inversión. A nivel global, se estima que en 2015 se invirtieron
3500 millones de dólares en semillas y biotecnología (este valor fue de 1400 en
1994). En Argentina el sistema de agro negocios de semillas invierte cerca de
100 millones de dólares y una parte significativa de esa inversión tiene origen
local considerando que hay más de 100 obtentores nacionales para distintos
tipos de producciones, 26 de ellos vinculados con el Estado. Hoy las nuevas
tecnologías y técnicas permiten acelerar y hacer más eficientes los procesos de
búsqueda de mejores materiales, aunque eso aumenta la inversión requerida.
El
reconocimiento del esfuerzo e inversión realizado en mejoramiento genético es
clave para que el mismo se mantenga o aumente, asegurando la evolución de la
actividad agropecuaria. Desde hace varios años, CREA entiende que la mejora
genética y la biotecnología aplicada a las semillas u otras formas de
propagación tienen un valor que debe ser retribuido. Asimismo, considera que
los mecanismos de reconocimiento del valor deben contemplar los intereses de
los distintos actores de la cadena y deben asegurar la mejora genética continua
y el acceso permanente de los productores a la mejor genética disponible.
CREA
reconoce la necesidad de acordar y establecer un marco normativo que garantice la
retribución del valor del mejoramiento genético. CREA está comprometida con el
diálogo que actualmente tienen los distintos actores de la cadena en busca de
ese acuerdo. A su vez, CREA está esperanzada en que la predominancia de puntos
de acuerdo por sobre aquellos pocos en donde hay desacuerdo permitirá alcanzar
el consenso a la brevedad y que dicho consenso agilizará una resolución
positiva en el ámbito legislativo. Esto será elemento necesario para que la
agricultura argentina sea protagonista en dar respuesta a las necesidades
crecientes de alimentos, fibras y energía de la humanidad generando a la vez
oportunidades de crecimiento y desarrollo económico y social para el país.
Acerca de CREA
CREA es una
organización civil sin fines de lucro que está integrada y dirigida por
aproximadamente por 2.000 productores agropecuarios que se nuclean en 218
grupos distribuidos en todo el país. Cada grupo CREA está coordinado por un
presidente y un asesor técnico e integrado por diez o doce empresarios quienes
se reúnen periódicamente, con el objetivo de mejorar los resultados de sus
empresas a través del intercambio de ideas y experiencias. Asimismo, la institución se destaca por el desarrollo
de temáticas relacionadas con el sector; uno de los fines es la transferencia
del conocimiento colaborando con su desarrollo. Por su parte, las empresas
CREA, integradas a la comunidad, son referentes de innovación y trabajan para
el desarrollo sostenible de las empresas, las localidades de las que forman
parte y el país.