Convocó a que cada persona se convierta en promotora de optimismo, de unidad y de integración en su vida cotidiana.
El obispo de 9 de Julio, monseñor Ariel Torrado
Mosconi, propuso reflexionar este inicio del nuevo año sobre el mensaje del
papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1º de enero
de 2018, y lleva por lema este año “Migrantes y refugiados, hombres y mujeres
que buscan la paz”.
Durante la misa que ofició el
lunes en el santuario de Fátima en la ciudad de Nueve de julio, aseguró que la paz auténtica solo se alcanza “recorriendo el camino del bien común” y que para ello se debe trabajar de manera mancomunada.
lunes en el santuario de Fátima en la ciudad de Nueve de julio, aseguró que la paz auténtica solo se alcanza “recorriendo el camino del bien común” y que para ello se debe trabajar de manera mancomunada.
En su mensaje el obispo invitó a los ciudadanos
a guiar sus acciones a través de las cuatro piedras angulares que fueron
propuestas por el Santo Padre en su
mensaje con motivo de esta jornada mundial. Se trata de acoger al recién
llegado; proteger al desamparado;
promover la esperanza y el optimismo;
e integrar al diferente. “Les propongo aplicar estas cuatro
piedras angulares para la acción en sus vidas cotidianas, en personal, en lo
familiar, en lo laboral, en la vida ciudadana y también eclesial”, remarcó.
El
prelado insistió en que para que cada persona se convierta en un verdadero
instrumento de paz debe “tener las
puertas de sus corazones y de sus hogares abiertas para poder recibir visitas y
acoger a aquellos que están solos y necesitados… El mensaje del Papa no es solo
para aquellos países que están recibiendo migrantes sino para todos nosotros,
para que también tengamos esta actitud de acogida en nuestra vida cotidiana”.
Advirtió
además que para “poder irradiar paz a nuestro alrededor primero debemos
comenzar por poseerla en nuestro propio interior”. Por eso exhortó a los presentes a
encomendar este nuevo año a la Virgen
María y a pedir de manera especial que concede la paz. “Son muchos los lugares
de nuestro planeta que están sedientos de paz por las guerras, el terrorismo,
la persecución a los cristianos …Uno ve una violencia creciente en toda la
tierra y también lamentablemente en nuestra patria. Pero la realidad de la paz
debe comenzar por cada uno de nosotros. Que este nuevo año, así sea”, finalizó.
Recorrer juntos el camino de la paz
Mensaje
del Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, con
motivo de la Jornada
Mundial de la
Paz , en el santuario
diocesano de Nuestra Señora de Fátima el 1º de enero de 2017 nos visitará…, para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1, 78-79)
Al
celebrar la Navidad ,
Jesús se nos presenta trayéndonos, orientándonos y llevándonos hacia la
auténtica paz. Ella es un don que se alcanza recorriendo un camino. Es el
genuino “bien común” de la humanidad, por el cual hoy todos -creyentes y
personas de buena voluntad- somos convocados a trabajar mancomunadamente para
lograrla. El Santo Padre, en su Mensaje para la ocasión referido a los
inmigrantes y refugiados, habla de “cuatro piedras angulares para la acción:
acoger, proteger, promover e integrar” Hago mías sus palabras y les propongo
aplicarlas a nuestra vida cotidiana personal, familiar, laboral, ciudadana y
eclesial. Las comento brevemente:
“Acoger”: Lo opuesto a ello es el rechazo al
otro o a los demás que no piensan, o no viven, o no tienen mis mismos intereses.
Buscar, recrear y concretar espacios de encuentro para recibir al hermano, ambientes
de acogida cordial, donde re-aprendamos el diálogo y la convivencia, es la
posibilidad de superación de la mayoría de nuestro males como sociedad. ¡Qué
maravilla es ver cómo una sociedad se va curando toda discriminación injusta y llena
de prejuicios!
“Proteger”: su antítesis es el desamparo, el
desinterés, el “sálvese quién pueda”, y
el “¿ yo que tengo que ver?”, el abandono y la indiferencia. El otro no es un
enemigo del que me debo defender y al que debo doblegar, sino un igual en
dignidad, mi prójimo, con el que tengo que intentar, una y otra vez, convivir cuidándonos, ayudándonos y curándonos
mutuamente. ¡Que hermoso es sentirse cuidado y no amenazado por los demás, y
poder brindar lo mismo a cuantos me rodean! Cuidar especialmente a los más
desprotegidos, a los niños y los ancianos, a los enfermos y a los pobres.
“Promover”: Nos ha ganado, en gran medida, el
pesimismo y han decaído los sueños y proyectos. Solemos ver el futuro “cada vez
más negro”. Padecemos la enfermedad del desaliento y el desanimo, enfermedad
contagiosa si la hay. Es hora de pensar y actuar “en positivo” alentando,
entusiasmando y promoviendo lo mejor y más sano de nosotros mismos, de la
sociedad y de la comunidad cristiana. La clave de acción está en la
responsabilidad, el compromiso y la participación. Se trata de “no borrarnos”
¡Debemos ir siempre para adelante, jamás bajar los brazos! Con la gracia de
Dios todo es posible.
“Integrar”: en lugar de apartar y dejar de
lado al otro, de ignorarlo o rechazarlo. Siempre el hermano es un don, nadie
sobra, nadie molesta. Todo lo que hagamos para unirnos, superando desacuerdos,
mezquindades y corruptelas, nos hará crecer como personas y como sociedad, nos
enriquecerá en muchos sentidos y redundará en beneficio de todos, especialmente
de los más necesitados y golpeados por la vida en cualquier forma. ¡Nos es un
ensueño vano afirmar que, por este camino, veremos germinar, florecer y
fructificar todo cuanto en nosotros estaba marchito! Esta es la obra del Señor
en lo más profundo de nuestro ser.
La
intercesión de Santa María Madre de Dios, en su advocación de Nuestra Señora de
Fátima patrona de la Diócesis
y cuyo mensaje está tan ligado a la paz, nos ayude a recorrer este camino con
esperanza, confianza y decisión. Así sea.
Ariel
Torrado Mosconi
Obispo
de Santo Domingo en Nueve de Julio