Era
argentina y modelo. Presentó colecciones de Harrod’s, participó del programa de
TV de Jean Cartier, y mostró los vestidos de la estrella norteamericana Linda
Darnell.
Los secretos detrás de la foto que la hizo anónima y famosa al mismo
tiempo
Todos la
conocen. Medio mundo o más. Pero nadie –o muy pocos– saben su nombre. Ella, su
cara, su gesto, acompaña a millones en la alegría de un nacimiento, en el
suspenso de un quirófano, en el dolor del final de una vida. Es, urbi et orbi,
"La enfermera del cuadro". De ese cuadro que preside hospitales,
clínicas, maternidades.
Su gesto es
más que elocuente: un dedo índice sobre los labios. Shhhh. Silencio. Una orden
suave, nada autoritaria, que pide crear en las salas de espera un ambiente
sereno: apenas un murmullo, a pesar de la ansiedad, de la euforia, de la
desesperación, de las protestas. Los sucesos límite que convocan a la voz
humana en toda su escala sonora…
¿Quién es?
Primera
noticia y popular: como Favaloro, Maradona, Messi, el dulce de leche, Gardel,
la calle Corrientes… ¡es argentina!, aunque su apellido lo desmienta.
Se llama
Muriel Mercedes Wabney. Era modelo. En 1947 firmó un contrato de exclusividad
para presentar las colecciones de Harrod´s, la versión calle Florida de la
célebre cadena inglesa. Orgullosa todavía en Londres, y una triste ruina entre
nosotros…
Y no fue
todo: modeló para Ducilo, una empresa y marca de telas, para el modisto Jean
Cartier y su programa "El arte de la elegancia" (Canal 7, tevé black
and White, finales de los 50), y en un desfile paseó los vestidos que usó Linda
Darnell en el film "Por siempre ámbar": Twenty Century Fox, 1947,
dirigida por Otto Preminger.
Según la
única historia rastreable del cuadro "shhhhh", revelada por la ya
desaparecida revista "Paralelo 38" en los 70, la idea fue de un tal
Juan Craichik, jefe de visitadores médicos de la empresa "Taranto", fábrica
de instrumental y laboratorio.
El hombre
reveló en una entrevista de "Paralelo 38" que la chispa se le
encendió en 1953, mientras visitaba por su trabajo un hospital de Rosario.
"La sala estaba atestada, y cada tanto una enfermera pedía, sin éxito,
silencio. Entonces se me ocurrió crear una imagen elocuente que cumpliera la
misma función".
Presentó el
proyecto en su empresa, lo aprobaron, convocaron a varios modelos
profesionales, y ganó Muriel Mercedes Wabney.
¿Qué se tuvo
en cuenta para ungirla protagonista? Craichik explicó que "su cara era
distinta, suave, armoniosa, de mirada dulce…, autoritariamente dulce".
La sesión
fotográfica duró toda una tarde. El autor de la idea dijo que la empresa
"Taranto" no lucró con la distribución mundial de esa imagen:
"la regaló a hospitales, maternidades, clínicas, etcétera".
En cuanto a
Wabney, rara vez aceptó hablar públicamente, dijo que era casada, que no tenía
hijos, y negó confesar cuánto le pagaron por la foto y su multiplicación ad
infinitum…: casi tan enigmática como su anónima cara impartiendo silencio.
Hoy, mayo
12, la recordamos porque es el Día Mundial de la Enfermería, aunque en la
Argentina el Día de la enfermera se celebra el 21 de noviembre.
Y no es
poco. Porque Wabney, mujer de mediados del siglo XX, engarza su historia en la
más emblemática enfermera de la historia: Florence Nightingale, nacida en el
entonces Gran Ducado de Toscana el 12 de mayo de 1820, y murió en Londres el 13
de agosto de 1910, cuando en la Argentina no se apagaban todavía los fastos del
Centenario de la Revolución…
Enfermera y
también escritora, fue epidemióloga, estadígrafa sanitaria, y pionera de la
enfermería moderna.
Primera
mujer admitida en la hermética Royal Statistical Society británica, inspiró a
Henri Dunant a fundar la Cruz Roja.
Pero no
logró su fama con tinta y sobre papeles: empapó sus manos y su alma entre las
atroces heridas de los soldados de la guerra de Crimea.
La llamaban
"La dama de la lámpara", por su hábito insomne de rondas nocturnas
alumbradas por esa luz. En 1883, la Reina Victoria la honró con la Real Cruz
Roja. En 1908 recibió las Llaves de la Ciudad de Londres.
Y aunque no
lo sepa, cada vez que alguien obedece el pedido de silencio de Muriel Mercedes
Wabney desde su cuadro, también convoca el indomable espíritu de Florence
Nightingale.
Porque a su
manera, las dos abren sus alas sobre las risas o las lágrimas humanas