Durante la
celebración del martes en la Iglesia Catedral de Nueve de Julio, el
prelado exhortó a los presentes a abrir “los corazones para que brille la luz
en las tinieblas del mundo, de la Iglesia y de nuestro propio
interior". Al mismo tiempo instó "a defender la vida del niño,
símbolo de esperanza”.
En ese sentido
subrayó que “justamente en esas noches del alma, en esas noches tuyas y en esas
mías, es donde precisamente quiere brillar la luz: esa luz radiante de esperanza
que nos viene por el niño nacido en Belén”.
El prelado recordó
que existen muchas situaciones que hoy al hombre lo hacen sentir que “está de
noche”. “Hoy existen en el mundo muchas noches ocasionadas por la violencia,
por la guerra, por el odio”. “Las que vivimos en nuestra patria, con una crisis
tras otra y que nos hace sumergirnos en momentos de desaliento; o esas otras,
que vivimos dentro de cada familia ante la pérdida de fe, ante una separación o
una pérdida de un ser querido o ante la amenaza de una enfermedad…O también
aquella otra, que existe muchas veces en nuestro corazón por estar desanimado o
deprimido”.
Por eso enfatizó
que “en esta noche santa, es hermoso saber que Dios nos salva también en
los momentos más oscuros, en las noches de nuestras almas. Porque también fue
en la noche cuando el pueblo de Israel salió de la esclavitud de Egipto; fue en
la noche cuando nació el Salvador; se hizo de noche cuando murió Cristo en la
cruz, en la noche brilló la luz que disipó las tinieblas".
Luego, una vez más
convocó a los fieles a defender la vida. Para ello recordó que el nacimiento de
Jesús es la clara demostración de que “el Señor nos quiere regalar su gracia a
través de la vida de un niño y que ésta siempre llena de esperanza y de gozo”.
“Contemplemos el misterio de este niño y digamos nuevamente Sí a la Vida, a
esta vida que muchas veces, en esta cultura del descarte, es despreciada y que
se la presenta como una amenaza de la cual hay que defenderse, cuando en
realidad la debemos ver como un verdadero don de Dios”.
Por último exhortó
a los presentes a convertirse en verdaderos pesebres que den acogida a los que
sufren. “Que tu corazón, que mi corazón sea un pesebre. Que tu familia y tu
hogar, sean un pesebre, que nuestra patria sea un pesebre para que nazca el
niño Dios y venga a disipar las tinieblas y la oscuridad del
mundo”.