Utopía desdolarizadora


(Por Alejo Perelló) Durante los últimos días estuvo en el plano económico el concepto de desdolarización de la economía debido al alto impacto que tienen los movimientos de divisas en nuestra economía. Fue la ex titular del BCRA Mercedes Marcó del Pont quién hizo mención al respecto. ¿Pero bajo que marco teórico podría llevarse a cabo?
Si bien la dolarización en Argentina siempre estuvo presente (y lo seguirá estando), poco a poco toma cada vez más terreno en el mercado local por
aversión al riesgo. En cualquier contexto de crisis tanto doméstico cómo internacional, la moneda patrón sigue siendo uno de los activos más seguros en todo el mundo y sobre todo en países subdesarrollados.
El foco se plasma sobre el efecto del traslado a precios dado que en una economía altamente dolarizada el alcance de control para las autoridades monetarias es cada vez más acotado ya que limita las políticas a implementar debiendo tomar medidas heterodoxas y cortoplacistas frente a cualquier salto que pueda sufrir la divisa afectando de forma directa a la moneda local. En un esquema de semi flotación como el que hubo durante los primeros años de la actual gestión el riesgo es mayor, y lo fue.
En primer instancia para poder iniciar un proceso de desdolarización como lo plantea la ex Titular del BCRA, además de generar credibilidad institucional, hasta ahora ausente, se debe fomentar el uso de la moneda local en sectores dolarizados siempre y cuando esta mantenga en forma constante la confianza y fluctuación en cualquier operación a realizar para lograr articular políticas monetarias de gran amplitud que cuenten con mayor margen de ejecución frente a cualquier contratiempo en el largo plazo.
La incertidumbre constante, la poca fiabilidad del peso argentino y las repetidas restricciones cambiarias de los últimos años son variables que para empezar a incorporar una batería de medidas de desdolarización deben darse por contenidas, para esto además de la necesidad del simple transcurso del tiempo sin recesiones ni crisis, las instituciones deberán respetar su autarquía y una definición económica en conjunto con las diferentes fuerzas políticas de largo plazo que al día de hoy pareciera ser imposible.