Se sumaron jóvenes recuperados de las adicciones de Hogares de Cristo del Gran Buenos Aires y de Nueve de Julio.
Bajo el lema
“Recibir la vida como viene”, cientos de fieles se congregaron el sábado por la
noche para participar de la cuadragésima peregrinación diocesana. Las columnas
principales partieron como siempre, desde las ciudades de Los Toldos y Nueve de
Julio, que recibieron a los peregrinos de las demás localidades de la diócesis.
Esta nueva
edición tuvo la particularidad que adoptó el lema que trabajan desde hace años
todos los Hogares de Cristo del país. Su intención fue incorporar activamente
la participación de los jóvenes recuperados de las adicciones que actualmente
concurren a estos centros.
Con este
propósito, llegaron a Nueve de Julio miembros de los Hogares "Cristo
Obrero” del Padre Mujica (Villa 31) y “Beato Ceferino Namncurá” del barrio
Wiliam Morris (partido de Hurlingham), quienes acompañaron la peregrinación por
la ruta, brindando sus testimonios personales sobre las azarosas situaciones de
vida que los llevaron a caer en las adicciones y sobre su recuperación, que fue
posible gracias al descubrimiento de su fe.
Desde la
ciudad cabecera de la diócesis, los fieles se congregaron en el santuario de
Fátima, donde el obispo diocesano, Monseñor Ariel Torrado Mosconi los exhortó a
que esta nueva peregrinación les permita “redescubrir el sentido más hondo y
más profundo de la vida".
Mensaje del obispo a los peregrinos
El domingo
por la mañana a la llegada de los peregrinos, monseñor Ariel Torrado Mosconi
celebró la tradicional misa al aire libre en el monasterio benedictino.
Durante su
homilía, hizo una firme exhortación a los presentes para que respeten y cuiden
la vida en todas sus manifestaciones y en todos sus ciclos vitales. “El señor
nos ha regalado la vida para siempre, esta vida terrena, germen y semilla de la
eterna. Por eso queremos dar un Sí a la vida”, aseguró el prelado.
Asimismo
destacó que “ante todo, cada uno debe renovar su amor y su pasión por la vida,
cuidando la suya y la de los demás. Nuestra vida cobra sentido cuando amamos y
vivimos para los demás. Y la misión de la Iglesia es justamente esa: ayudar a
sus hijos a querer la vida, a darla en el amor, en el sacrificio, en la entrega
generosa”.
Por eso
exhortó a los fieles a “comprometerse para valorar y redescubrir el sentido más
hondo y más profundo de la vida”. “Ella jamás es una amenaza, siempre es un
regalo; jamás es un problema, es el principio de una solución”, puntualizó.