Llegaron
desde distintos puntos de la diócesis para peregrinar como lo vienen haciendo
desde hace ya 39 años.
Centenares
de fieles de toda la diócesis se congregaron en el santuario de Fátima el
sábado por la noche para peregrinar hacia el monasterio benedictino de Los
Toldos. Llegaron a Nueve de Julio provenientes de
diferentes puntos de la diócesis como desde Pehuajó, 25 de Mayo y General Villegas para realizar la 39º edición de la peregrinación cuyo lema este año fue “Madre, enséñanos a construir la paz”. Mientras que la segunda columna de fieles, salió algunas horas más tardes de la localidad de General Viamonte.
diferentes puntos de la diócesis como desde Pehuajó, 25 de Mayo y General Villegas para realizar la 39º edición de la peregrinación cuyo lema este año fue “Madre, enséñanos a construir la paz”. Mientras que la segunda columna de fieles, salió algunas horas más tardes de la localidad de General Viamonte.
Los
diferentes contingentes comenzaron a llegar desde las 20 del sábado al flamante
santuario. El obispo, Monseñor Ariel Torrado Mosconi junto al rector del
santuario, el padre Guillermo Gómez y el diácono Ariel Palanga, dieron la
bienvenida que, tuvo, un momento emotivo cuando los peregrinos, uno a uno se
acercaban a tomar gracia a los pies de la imagen de la Virgen.
Pasadas las
21:30 comenzó la peregrinación que se extendió por más de tres cuadras y que
pasó por la Capilla de San Cayetano para concluir en la rotonda de la Ruta 65,
donde se encuentra la ermita de la Virgen de Luján. Luego de saludar a la
venerable imagen, el obispo impartió la bendición a los caminantes que
continuaron en el segundo tramo del peregrinaje hasta el destino final, el monasterio
benedictino.
Mensaje del obispo a los peregrinos

Por eso
recordó que “no podremos ser merecedores de esa alegría del cielo si no somos
capaces de vivir justamente en el amor, en la entrega, en el servicio a nuestro
prójimo”.
Torrado Mosconi exhortó a todos los presentes, especialmente a los jóvenes, a que digan “a Jesús que ya no quieren vivir distraídos y divertidos en la superficialidad, ni anestesiados por el placer y el egoísmo de la frivolidad, sino atentos a los demás, especialmente a los que sufren y a los más necesitados, y con las lámparas encendidas del amor”.