El
comerciante casarense se encuentra por cuestiones particulares y ocasionalmente
en la zona de La Florida, Estados Unidos, región está amenazada por la llegada
del huracán Irma, el cual estaría desatando toda su fuerza el sábado o domingo.
Laureano, se
encuentra en West Palm Beach, una ciudad
ubicada en el condado de Palm Beach en el estado estadounidense de Florida a
una hora y media de Miami hacia el norte y en la mañana de hoy jueves se contactó
con Casares On Line para hablar sobre cómo se está preparando la población de
esa zona para afrontar o mejor dicho huir del huracán, que al parecer seria
devastador.
Barreiro
señalo que tenía programado viajar en el día de hoy hacia la Argentina pero
debido a todo este problema le fue imposible “Recién conseguí para mañana (viernes)al
mediodía a Panamá, y de ahí a la
Argentina, pero sujeto a cancelación, acá es un caos , la gente anda
desesperada… hoy me levante a las 6 de la mañana para ir a cargar combustible y
me fue casi imposible, en casi
ninguna estación de servicio hay nafta, los
supermercados están vacíos, no hay agua ya que deben abastecerse sobre todo de líquido
envasado. Si bien esta zona por ahora no es de evacuación obligatoria, por las dimensiones
del mismo se verá seriamente afectada… el
huracán se cree que puede retener cierto recorrido pero es muy cambiante y acá está
el fantasma del Huracán Andrew (1992) que fue tremendo y se cree que este que
llega (Irma) puede ser aun peor… Uno
viaja por la ruta hacia o desde Miami y ves que es una enorme cola de autos que
abandonan esa región… espero poder viajar y salir de esta parte, realmente es
un caos”, señalo Laureano.Primero Cuba. Después Miami
(El País) El
viernes se prevé que sea el día de Cuba. Irma lleva rumbo de golpear las
regiones oriental y central de la isla. Todas las provincias de esas zonas
están en alerta y la maquinaria antihuracanes cubana está preparada. El litoral
de Baracoa (zona oriental, dañada en 2016 por el huracán Matthew) será
evacuado. La provincia de La Habana (occidente) también está en alerta.
Pasando
entre Cuba y Bahamas, expuestas también a un latigazo demoledor el viernes, el
huracán Irma acentuaría su giro al noroeste escalando hacia Florida. Los
modelos del Centro Nacional de Huracanes indican que esta ruta es un hecho. La
duda es si Irma después de completar todo su recorrido por el Caribe se
presentará en la península de EE UU con fuerza 5 o tal vez 4.
Florida (21
millones de habitantes) es tierra de huracanes, aunque hace más de una década
que no recibe uno potente. Hoy aguarda por Irma más sensibilizada aún por la
tragedia provocada la semana pasada por el huracán Harvey en Texas, una
inundación bíblica nunca vista que dejó al menos 60 muertos y pérdidas de unos
180.000 millones de dólares. EE UU es cada vez más consciente de que el cambio
climático ha añadido un plus de riesgo a sus catástrofes naturales. E Irma
llega también con el sello de lo nunca visto, de la tormenta del siglo. El
dibujo meteorológico muestra al huracán embocando Florida, envolviendo todo su
territorio como una sábana de catástrofe. Incluida Mar-a-Lago, la mansión y
club de élite de Donald Trump, su lugar favorito para perder de vista
Washington. A buen seguro, las palmeras del presidente pasarán varias horas
inclinadas.
(El mapa de las 11 de la noche hora local
mostraba al llegar al sur de Florida un leve giro de la dirección noroeste a la
dirección norte, más vertical que diagonal, lo que pudiera hacer pasar el
huracán por toda la península de Florida pero encauzándose hacia Georgia y
Carolina del Sur).
"Irma
es más grande, más rápida y más fuerte que Andrew", ha dicho el
gobernador, Rick Scott. Andrew (1992) ha sido hasta ahora el peor huracán en
Florida. Marcó un antes y un después. Este miércoles en una ferretería en la
que decenas de clientes se movían por los pasillos agarrando nerviosos
linternas, botas de agua, clavos, herramientas, planchas de madera, ponchos de
agua, velas, pilas y cualquiera de los infinitos artículos útiles que ofrece
una ferretería a un ser atemorizado por un huracán monstruoso, Wilda Harvet, de
78 años, recordaba a Andrew: "Fue un infierno". Tuvo que sacar
adelante a su marido en silla de ruedas y a su perro. "Esta vez no estaré
aquí", dijo. Tenía billete de avión.
En muchos
supermercados de Miami había desaparecido el agua. Muchas gasolineras se han
quedado sin combustible. En radios locales se llamaba incluso a denunciar a los
acaparadores que ya están empezando a lucrarse vendiendo a alto precio
productos de primera necesidad. El ambiente en general, de todos modos, no es
caótico. Es tenso, nervioso, apremiante.
El miércoles
al anochecer, el alcalde de Miami-Dade (2.700.000 habitantes, 68% hispanos) dio
la orden de evacuar las zonas costeras de la metrópolis, situada tan a ras de
nivel del mar –solo nueve metros de media por encima, más o menos como el resto
de la península– que las inundaciones son inevitables. Por ejemplo, la famosa
Miami Beach, que parece que estará en primera línea de impacto. Si un buen
chaparrón tropical inunda algunas de sus calles, qué no podrá hacer un huracán
de las dimensiones de Irma. La evacuación empieza este jueves a las siete de la
mañana hora local. La mayoría de los vecinos irá tierra adentro a casas de
familiares o amigos o a hoteles. Para los que no tengan esta opción, este
miércoles se abrieron en la ciudad los primeros cuatro albergues (capacidad:
8.000 personas) y mañana abrirán al menos otros cuatro. El alcalde Carlos
Giménez, como exjefe de bomberos de la ciudad un perfecto entendedor de lo que
se viene encima, rogó a la gente que no se aferre a sus casas. Esta es la mayor
orden de evacuación desde el huracán Vilma de 2005.
En los
turísticos cayos de Florida, la evacuación se realizó ya a lo largo del
miércoles, dejando la imagen de filas kilométricas de coches que huían
ordenadamente de Irma.