Habitualmente, cada vez que comienzan los días fríos los mosquitos empiezan a desaparecer y traer un poco de alivio.
A pesar de
que ya comenzó el otoño, continúan molestando a gran parte de la Ciudad.
Se manejan
con comodidad en climas fríos, son agresivos, longevos y surgen todos al
mismo
tiempo. Los mosquitos que invadieron la Ciudad en las últimas horas,
enloqueciendo a los Alvearenses que viven cerca de descampados o espacios
verdes, tienen casi todo en contra pero suman un punto importante en su favor
comparados con otras especies similares: no son buenos transmitiendo
enfermedades.
A diferencia
del temido Aedes aegypti, el Ochlerotatus albifasciatus (mosquito “de
inundación” o “charquero”) no es considerado vector del dengue o chikungunya.
Pero no será víctima del frío, y el pico de su proliferación está aún por
llegar. Así lo advierten los expertos, que más allá del impacto de eventuales
fumigaciones sobre la población de insectos señalan que el uso de repelente y
ropas claras que no dejen demasiada piel al descubierto son las armas más
efectivas para combatirlos. "Esta
especie deja sus huevos en el barro que se forma al costado de los charcos y se
reproduce cuando vuelve a caer agua", sostienen especialistas
consultados. En cuanto a la resistencia
al frío, explican que "se trata de la única especie silvestre que hay en
la Patagonia. En Buenos Aires se forman en los charcos de los parques, aunque
la mayoría son traídos por el viento desde los alrededores. Sólo pican durante
el día".