hacedor de
la tundra y las gaviotas,
con las
manos de la Patria entrelazadas,
elevo mi
plegaria hacia tu costa.
Cual la
espuma que roza su epidermis,
como un beso
de algodón contra la roca,
sobre la
Cruz del Sur de tus neblinas,
cabalga mi
oración hasta tu aurora.
Por esas
hermanas que sufren de ausencias;
por la Madre
Tierra que llora de amor;
por todos
tus hijos, que muertos te velan,
la Paz de tu
Reino, te pido, Señor.
Para que la
sangre ayer derramada,
no sea
mañana, ni olvido ni error;
para que la
enseña, jamás mancillada,
los cubra,
algún día, bajo un mismo sol.
Para que en
lo alto de tus heredades,
se
transforme en cóndor la Paloma Austral,
llevando en
sus alas, por fusil y sable,
un ramo de
olivo y una flor de azahar.
Para que los
blancos brazos de madera,
que en tu
suelo marcan la argentinidad,
sean manos
de Patria, elevando al cielo
un canto de
vida, un Himno de Paz.
Te pido por
ellas, Señor, por Malvinas,
y por
nuestros muertos, allende el mar;
para que
ellas vuelvan a ser argentinas,
y nuestros
hermanos descansen en paz.
