La DDI Junín
cuenta con un grupo especializado para investigar estas maniobras que ocurren a
un promedio de tres por día.
Sólo se
necesita un teléfono y una víctima para que los delincuentes concreten un
secuestro virtual; lo que en términos legales sería una estafa o tentativa.
Un delito
que en los últimos meses ha crecido en Junín: según datos recabados por LA
VERDAD, en Junín se radican tres denuncias por día en dependencias policiales.
Hubo jornadas en que se recibieron hasta cinco denuncias, según especifican
fuentes allegadas a la DDI Junín, dependencia que toma
intervención y se
encarga de investigar este tipo de delito, para lo cual funciona un grupo
especializado.
Otro dato
que surge de los investigadores es que la estafa se ha concretado en el del
diez por ciento de los casos.
En estos últimos
meses la modalidad delictiva fue creciendo a un ritmo preocupante, según
admitieron las fuentes consultadas, a pesar de que muchas víctimas no realicen
la denuncia policial correspondiente.
El secuestro
virtual es una forma rápida y simple de obtener dinero: hubo casos en que la
víctima entregó 5 mil pesos y también otros objetos de valor como joyas.
Siempre
siguiendo los datos aportados por los investigadores, en Junín no hay certeza
de que las amenazas provengan de las tres cárceles radicadas en el Partido,
como así tampoco un rango etario específico de posibles víctimas.
Cómo operan
estos delincuentes. Hay casos en que los “secuestradores” suelen pedir para la
“liberación” de sus víctimas “dinero rápido” y, además, “no tienen controlada
al cien por ciento la situación”. Jamás hay contacto físico entre secuestrado y
secuestradores, pero es tal la presión telefónica a la que se somete a la
víctima, que ésta se convence de que sufre un secuestro real.
Para llevar
a cabo un secuestro virtual lo más importante es obtener información de la
víctima. Algo para lo que no se precisa ni mucha gente -con dos o tres personas
es suficiente- ni infraestructura alguna.
Trabajan con
la desesperación de la gente: la reacción inmediata de la víctima es responder
a las exigencias de los “secuestradores”. La ponen en contacto en todo momento
con los secuestradores y con una persona que se hace pasar por el familiar
secuestrado, una voz desesperada, pidiendo que no le diga nada a nadie. Esto
último es lo que confunde a las víctimas. En el momento de confusión y
nerviosismo, la persona que recibe la llamada cree escuchar la voz del familiar
en peligro. Los balbuceos y gritos de alguien desesperado acrecientan los
nervios y evitan que se piense y oiga con claridad.
Otro de los formatos registrados tiene relación con accidentes de tránsito
Operan con
el engaño y son muy ágiles en la conversación para mantener ocupada a la
víctima. Comienzan la llamada haciéndose pasar por un agente de una de las
fuerzas de seguridad y les dicen que hubo un accidente y que un familiar del
receptor del llamado está herido. Allí empiezan a sacarle datos y luego simulan
el secuestro.
Los
investigadores consultados recomiendan cortar rápidamente la comunicación, no
acceder a ningún tipo de pedido y denunciar la llamada a cualquier dependencia
policial o al teléfono de Emergencias 101.