Expertos
coinciden en que el material prohibido que circula en Internet se popularizó y
su llegada a los niños se da con mayor frecuencia. Consecuencias de un problema
que preocupa a los padres y que replantea el tema de los límites en la red.
¿Cómo controlar a los más chicos en los cybers?
Cada vez
más, los padres de la ciudad y el país expresan una preocupación que no para de
crecer: la de los chicos que, filtro o no mediante, caen en la trampa de los
hackers y terminan viendo sin buscarlo ni quererlo los sitios web dedicados a
la pornografía.
Según datos
recientes, el 25% de los chicos de entre 4 y 18 años se animó a contarle a sus
papás que tras abrir un correo electrónico basura o después de bajar de
Internet películas o series de TV supuestamente infantiles, la trampa de los
hackers
redireccionó la búsqueda hacia páginas pornográficas o sadomasoquistas, que
ellos no querían ver.
El acceso
cada día más fácil a material pornográfico en internet por parte de los chicos
-sea buscado o no- generó, por ejemplo, que esta semana la Universidad de
Middlesex presentara un informe que alerta seriamente sobre el tema. Según ese
trabajo, sin una adecuada educación sexual los niños pueden acabar adquiriendo
unas ideas distorsionadas a través de la pornografía en internet. “Están a un
clic de la violencia extrema y las imágenes sádicas”, señala el informe.
Sus autores
aseguran que “la única manera de lidiar con la desinformación sexual que ofrece
el porno es contraatacando con información de calidad desde las aulas”.
El porno,
dice el trabajo, llega hoy a la vida de los niños cuando están aún en primaria
y la cantidad de material recibido y consumo va aumentando con la edad hasta la
adolescencia. Hay datos que confirman esto, como los que surgieron hace poco de
una encuesta online realizada en nuestro país por el grupo de informática de la
Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), con la idea de analizar cuál es el nivel
de control que los padres ejercen sobre sus hijos cuando éstos están conectados
frente a la computadora. El 42% de los entrevistados tiene hijos de entre 4 y 8
años; el 26%, de entre 9 y 12 años; y el resto, de entre 13 y 18 años. Todos,
de una u otra manera, no saben cómo hacer para controlar la infinita variedad de
recursos que utilizan los hackers a la hora de engañar a los más chicos.
“Lo mejor es
estar atentos a las actualizaciones que tiene Internet para ofrecer -explica la
psicopedagoga Graciela Nardoni-. Uno como padre tiene que conocer tanto la
información que circula por la web como las distintas estrategias que utilizan
personas patológicas para captar y afectar a los más chicos”.
Lo que dice
la experta se refiere a la técnica conocida como “phishing”, empleada tanto
contra adultos como contra niños. Se trata del envío de un correo electrónico
falso que invita a ingresar a un link que, en el caso de los adultos,
redirecciona a una página falsa de un banco. En el caso de los chicos, a una
supuesta página de un sitio infantil que posteriormente lleva a un sitio porno.
El problema
preocupa. Según la SAP, la mitad de los chicos en los hogares encuestados se
conecta a diario a internet, pero en casi la mitad de los hogares no hay un
adulto supervisando qué hacen en la Red. Además, el 31% de los padres no conoce
el apodo que usan los chicos al conectarse, y el 52% no sabe quiénes son los
contactos que tienen sus hijos en el mensajero instantáneo.
Y mientras
que en el 90% de los hogares encuestados las PC tienen antivirus, el 71% de los
padres no activa o no sabe si están activos los filtros de control parental,
que intentan bloquear el acceso a páginas con contenidos no aptos para menores.
Que los
chicos se sientan intrigados y busquen mirar pornografía no es algo nuevo.
Ocurrió en el pasado, sucede en el presente y seguirá pasando en el futuro. El
problema, dicen quienes analizan el tema, es el acceso cada vez más sencillo y
cotidiano y, con él, la visión distorsionada sobre las relaciones sexuales que
pueden desarrollar los preadolescentes.
Aunque para
muchos padres el tema resulte una verdadera pesadilla, no son pocos los que
sienten que con el acceso a la tecnología y la proliferación de teléfonos
inteligentes, tabletas u otros dispositivos, la lucha contra este problema ya
está casi perdida de entrada. “Para nenes chiquitos, ser testigos de una escena
de sexo explícito puede derivar en una visión torcida y dañina de la
sexualidad”
No hay una
estadística precisa sobre cuántos jóvenes acceden a pornografía en la red, pero
varios informes locales e internacional nos dan una aproximación a la magnitud
que tiene el problema. En 2011, por caso, un estudio impulsado por la Unión
Europea reveló que un cuarto de los niños y adolescentes entre 9 y 16 años de
edad han visto imágenes sexuales y sólo un 11% lo ha hecho en páginas web.
La cifra
aumenta a medida que van creciendo y un tercio de los jóvenes de 16 a 18 años
han visto fotos sexuales en sus celulares en la escuela, varias veces al mes.
Lo que más
preocupa a los expertos es que los jóvenes conducirán sus vidas personales, y
en especial sus vidas sexuales de adultos, de acuerdo a lo que ellos han visto.
En otras palabras, que la pornografía no muestra un sexo normal.
“Para nenes
chiquitos -aporta la psicóloga Liliana Torres-, ser testigos de una escena de
sexo explícito puede derivar en una visión torcida y dañina de la sexualidad.
Para otros puede culminar en la necesidad de incrementar los estímulos y verse
así inmersos en actos sexuales demasiado pronto, cuando ni su cuerpo ni su
psique están aún preparados”.
